Un Comienzo Difícil: Fe que Resiste al Desaliento

Cuando las cadenas se aprietan más: La fe que se forja en la fragua del silencio divino

Texto base: Éxodo 5–7

“Deja ir a mi pueblo…” (Éx 5:1).
“¿Quién es Jehová…? ¡No dejaré ir a Israel!” (Éx 5:2).

  1. El Desafío del Faraón

    Moisés y Aarón se plantan ante Tutmosis III —símbolo profético del poder ateo (Ap 11:8)— y proclaman la orden divina. El monarca, hinchado de soberbia, niega conocer a Jehová y endurece la servidumbre, exigiendo ladrillos sin dar paja. Así se desenmascara el espíritu tiránico que se alza contra Dios en toda época.

  2. El Clamor del Pueblo y la Crisis del Profeta

  3. Golpeados por cargas imposibles, los capataces hebreos culpan a Moisés: “Nos habéis hecho abominables delante de Faraón” (Éx 5:21). El libertador, abatido, pregunta: “¿Por qué afliges a este pueblo?” (Éx 5:22‑23). La fe inicial se desmorona cuando los milagros no llegan de inmediato; la esperanza es probada en el yunque del sufrimiento.

  4. La Respuesta Soberana de Dios

  5. Jehová revela su plan: “Con mano fuerte os dejará ir” (Éx 6:1). Reaviva la memoria del pacto—“Yo soy el Dios de Abraham”—y promete sacar al pueblo “con brazo extendido” (Éx 6:6‑8). Aunque Israel no escucha por “angustia de espíritu” (Éx 6:9), la voz divina no cesa, y Aarón se convierte en la boca de Moisés para desafiar al imperio (Éx 7:1‑2).

  6. La Purificación de la Fe

    Elena G. White ilumina este proceso:

    “Los hebreos habían esperado obtener su libertad sin penurias… El Señor rigió los acontecimientos para que se desarrollara más plenamente el espíritu tiránico del rey egipcio, y para revelarse a su pueblo” —Patriarcas y Profetas, p. 236. 

     Dios permite la aparente derrota para revelar Su justicia, poder y amor. Así forja un pueblo que prefiere la promesa eterna antes que la comodidad de Egipto.

  7. Aplicación Contemporánea

    Cuando nuestras peticiones parecen caer en oídos de piedra y las cadenas se aprietan más, recordemos: la crisis no es señal de abandono, sino preludio de liberación. Como Moisés, podemos lamentar, pero no debemos soltar la mano de Aquel que guía con consejo y termina acogiendo en gloria (Sal 73:23‑26). El “¿Quién es Jehová?” del mundo moderno se responderá con la manifestación del poder divino en la vida de quienes perseveran.

Oración final:

“Señor de los pactos, fortalece nuestra fe en medio de pruebas austeras. Que, como Israel ante Faraón, aprendamos a confiar cuando el yugo se hace más pesado, seguros de que tu mano poderosa nos sacará a libertad. Amén.”