Un clamor profético para una generación al borde de lo eterno
Teólogo y Escritor
“Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas para amonestarnos a nosotros, los que hemos llegado al fin de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”
— 1 Corintios 10:11-12
La historia no es un círculo sin rumbo ni sentido. Es una línea de tiempo trazada por el dedo mismo de Dios, que avanza inexorable hacia un clímax: el cierre de la gracia y la manifestación gloriosa del Rey de reyes. Hemos llegado a la hora final. A la última vigilia de la noche. ¡Estamos a las puertas del fin!
Cristo, con voz grave y solemne, nos advirtió: “Como en los días de Noé… como en los días de Lot…” Así también será la venida del Hijo del Hombre (Mateo 24:37; Lucas 17:28-30). Dos escenarios históricos fueron escogidos por el Salvador para ilustrar el drama del fin: el mundo antediluviano y las ciudades de Sodoma y Gomorra. Ambos testifican del carácter justo y misericordioso de Dios, que advierte antes de herir, que suplica antes de destruir, y que llama antes de cerrar la puerta.
I. El Fin del Mundo Antediluviano: Un Juicio Largamente Anunciado
“Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre”
— Mateo 24:37
En los días antiguos, mientras la maldad se multiplicaba, un hombre justo alzaba su voz como trompeta en medio de un mundo insensible. Por ciento veinte años, Noé, “pregonero de justicia” (2 Pedro 2:5), advertía del inminente juicio. La paciencia de Dios era grande, pero no infinita.
Y entonces, la puerta del arca se cerró… ¡No por mano de hombre, sino por el mismo Dios! (Génesis 7:16). Por siete días el mundo siguió girando como si nada hubiera ocurrido. Pero el juicio ya había comenzado. La gracia ya había cesado.
“Por la fe Noé… preparó el arca… y por esa fe condenó al mundo”
— Hebreos 11:7
Así también será en el tiempo del fin. Las trompetas proféticas han sonado desde el siglo XVIII. La inminencia de la venida de Cristo no es una doctrina olvidada, sino despreciada por un mundo que prefiere la ilusión de la permanencia a la verdad del juicio.
II. El Fin de Sodoma y Gomorra: La Inmoralidad como Sello del Fin
“Sufrieron el castigo del fuego eterno… como ejemplo”
— Judas 1:7
El corazón humano no solo se volvió incrédulo como en los días de Noé, sino impúdico, impío e inmoral como en los días de Lot. Sodoma fue símbolo de una sociedad que no solo tolera el pecado, sino que lo glorifica. Las pasiones contra naturaleza, la soberbia, la abundancia ociosa y la insensibilidad hacia el pobre fueron los pecados por los cuales el cielo se indignó (Ezequiel 16:49-50).
Antes de ejecutar juicio, Dios realizó una investigación. “Descenderé ahora, y veré…” (Génesis 18:21). No porque Él no supiera, sino para revelar Su justicia y dar oportunidad a la intercesión. Así, Abraham rogó, intercedió, suplicó… y Dios escuchó.
“Entonces Jehová hizo llover desde los cielos azufre y fuego… y destruyó aquellas ciudades”
— Génesis 19:24-25
III. El Fin del Mundo: Cuando los Libros son Abiertos
“Estuve mirando… y se sentó el Juez… y los libros fueron abiertos”
— Daniel 7:9-10
Hoy vivimos bajo el eco del juicio celestial. El tribunal de Dios ha sido instalado. No es visible a los ojos del mundo, pero sus decisiones son eternas. Es el juicio investigador previo al fin. Mientras la tierra duerme en el sopor del pecado, los ángeles recorren los registros del alma. Cada caso se revisa, cada nombre se pesa en la balanza del santuario.
Cristo es el Abogado, el Sumo Sacerdote, y el Juez. Él será hallado digno de recibir “dominio, gloria y reino” (Daniel 7:13-14), y pronto volverá con poder y gran gloria (Apocalipsis 6:14-17).
IV. La Gracia se Cierra: ¡Aún Hay Tiempo!
Como en los días de Noé, la puerta de la gracia se cerrará. Como en los días de Lot, el fuego descenderá. Pero hoy, mientras aún se escucha la voz del Espíritu, hay esperanza. Aún se puede entrar en el arca. Aún se puede escapar de la ciudad.
“Hablad y actuad como los que han de ser juzgados por la ley de la libertad”
— Santiago 2:12
La siembra de Noé pareció estéril, pero fue gloriosa. Nosotros, que vivimos bajo la luz del cumplimiento profético, estamos llamados a ser heraldos de la última misericordia. La cosecha final será abundante, pues muchos despertarán antes del estruendo final.
Conclusión Profética: A Quienes Ha Llegado el Fin
“Dios tiene una luz especial en esta era del mundo, un mensaje especial que dar en la proclamación del mensaje del tercer ángel: los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo”
— Elena G. de White, Present Truth, 4 de noviembre de 1886
Somos la generación que contempla el ocaso de la historia. A nosotros, “sobre quienes ha llegado el fin del mundo”, se nos ha confiado la más solemne de las responsabilidades: preparar el camino del Señor y advertir que “el fin de todas las cosas se acerca” (1 Pedro 4:7).
¡Despierta, oh atalaya de Sion! ¡Levanta tu voz como trompeta! Aún resplandece la luz de la gracia… pero no por mucho tiempo más.