Fundamentos de la Profecía

 El Deseo de Dios: Habitar con su Creación

Bosquejo para el Estudio y repaso del estudio de la escuela sabática


A Dios y los querubines:

Mensajeros de fuego.

Imagínate que fueses iluminado por una luz tan intensa y especial que todos tus pensamientos y emociones quedasen al descubierto. Eso es lo que experimentó Isaías al ver el trono de Dios. ¿Su reacción? “¡Ay de mí, voy a morir!” (Is. 6:5 DHHe).

Entonces, un ser de fuego (en hebreo, serafín), deja de cantar la santidad de Dios, toma una brasa del altar, y le asegura a Isaías que su pecado está perdonado (Is. 6:1-7 DHHe).

Por supuesto, el querubín no perdonó el pecado a Isaías. Simplemente, transmitió el mensaje de Dios, pues esa es la función de un querubín.

Y, a partir de entonces, también fue la función de Isaías (Is. 6:8). Es interesante que Jesús dijo de Juan el Bautista, otro mensajero de Dios: “Él era antorcha que ardía y alumbraba” (Jn. 5:35).

¿Qué hacen los querubines?

La Biblia nos presenta por primera vez a los querubines inmediatamente después del pecado de Adán y Eva. ¿Qué trabajo les encargó Dios? (Gn. 3:24).

Debian “guardar el camino del árbol de la vida”. Es decir, impedir que los seres humanos entrasen al jardín del Edén. Sin embargo, su presencia no era intimidatoria. Hicieron de la puerta del Edén una representación en miniatura del trono divino, de donde emana la gracia.

La palabra traducida como “puso” (shakan) se usa para indicar que Dios “habita” en el Santuario. De ahí deriva la palabra “shekina”, que designa la gloria de Dios que se manifestaba en el arca… ¡entre los querubines!, y que representaba el trono de Dios (1Cr. 13:6; Is. 37:16).

¿Y qué hacen junto al trono? Adoran, y ejecutan las órdenes directas de Dios en favor de los que heredaremos la Salvación (Ap. 4:8; Ap. 5:8-9; Heb. 1:14).

Un reflejo de la gloria de Dios.

La descripción de los querubines que circundan el trono de Dios registradas por Isaías, Ezequiel y Juan tienen grandes similitudes:

A. Isaias 6:1-4

  • Seres de Fuergo (Serafines)
  • Seis Alas
  • Alaban: Santo, Santo, Santo.
  • Llenan de humo el templo
B. Ezequiel 1:5-14
  • Hachones de Fuego
  • Cuatro Alas
  • Cuatro caras: hombre; león; buey; y águila
  • Resplandecen
C. Apocalipsis 4:6-8
  • Seres Vivientes
  • Seis Alas
  • Alaban: Santo, Santo, Santo
  • Semejantes a: Leon, becerro, hombre y aguila.
  • Llenos de ojos

Los querubines resplandecen y brillan (los “ojos” son símbolos de brillo), reflejando la gloria de Dios. Todas las criaturas de Dios fueron diseñadas para relejar su Gloria, tanto los seres humanos, hechos a su imagen, como los seres angélicos, que están junto a su glorioso Trono.

B Los querubines y la humanidad:

León, hombre, buey y águila.

La descripción de los querubines coincide con los estandartes de las cuatro principales tribus que acampaban en cada uno de los lados del Santuario (Ez. 1:10; Ap. 4:7).

La Nueva Jerusalén se describe con la misma distribución: 12 puertas, tres en cada uno de sus cuatro lados (Ap. 21:12-13).

Dios quiere rodearse de su pueblo, al igual que está rodeado por los querubines.

Dios quiere que habitemos con Él. Esto solo será una realidad cuando Jesús nos lleve con Él en su Segunda Venida (Ap. 21:3).

Pero no tenemos que esperar hasta ese momento para sentirnos junto al trono de Dios (Ef. 2:4-6).

Sustituyendo a los caídos.

Desgraciadamente, no todos los querubines han cumplido correctamente su labor. Hubo uno que, lleno de gloria y resplandor, pensó que toda esa gloria provenía de sí mismo, en lugar de provenir de Dios (Ez. 28:14, 17).

Lucifer y sus ángeles estuvieron en el “monte de Dios”, pero fueron expulsados de él. Su lugar será ocupado por los que permanezcan fieles al Cordero (Ap. 14:1).

Ante este maravilloso milagro, los seres celestiales cantan al unísono: “Digno eres [Jesús] … porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación. De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra” (Ap. 5:9-10 NVI).



José M Suazo
Teólogo y Escritor