El Rugido del León, la Suavidad del Cordero


Introducción:

Imagina el eco de un trueno que sacude los cimientos del universo, una luz que desgarra las tinieblas y una voz que resuena a través del tiempo, pronunciando un mensaje de esperanza y juicio. Esto, amigo mío, es el preludio del Apocalipsis, un libro que, a menudo malinterpretado, despliega una danza cósmica entre el bien y el mal, entre la gracia y la justicia. 


Hoy, no nos detendremos en las visiones apocalípticas que suelen acaparar la atención, sino que nos sumergiremos en el corazón del prólogo, en esas palabras que abren la puerta a la comprensión del libro: Apocalipsis 1, versículos 4 al 8.

“4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; 5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. 7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.”

Este pasaje, breve pero cargado de significado, es como la obertura de una sinfonía celestial. Es la presentación del autor, del destinatario, del mensaje y, lo más importante, del Dios que orquesta la historia. Aquí, en estas pocas líneas, se establece la base teológica y el contexto histórico que nos permitirán entender las complejas visiones que siguen.

Contexto Histórico: El Fervor y la Persecución

Para comprender el Apocalipsis, debemos trasladarnos al siglo primero de nuestra era, a un mundo convulsionado por la expansión del Imperio Romano y la creciente tensión entre el poder imperial y la naciente comunidad cristiana.

·        El Imperio Romano: El imperio, bajo el gobierno de Domiciano (aproximadamente del ochenta y uno al noventa y seis d.C), era una máquina de poder que exigía lealtad y adoración a su emperador. Se habían levantado templos en su honor y se esperaba que los ciudadanos quemaran incienso ante su imagen. Este acto de adoración, que los cristianos rechazaban por su fidelidad a Cristo, los hacía objeto de sospecha y persecución.

 

·        Las Siete Iglesias: El Apocalipsis fue dirigido a siete iglesias específicas de Asia Menor (la actual Turquía): Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Estas comunidades cristianas, situadas en importantes centros comerciales y culturales, se enfrentaban a diversos desafíos: la tentación de la idolatría, la influencia de falsas doctrinas, la tibieza espiritual y la amenaza de la persecución. No debemos ignorar ni pasar por alto que en este contexto el mensaje a las 7 iglesias de Asia tenían en principio un cumplimiento espiritual literal, es decir, que el mensaje era para esas iglesias, además, contiene un mensaje simbólico y de carácter universal, es decir, que su mensaje va más allá de las iglesias locales, se extiende en el tiempo hacia adelante llegando hasta la misma venida de Cristo Jesús por segunda vez.

 

 

·        El Exilio de Juan: La tradición cristiana sostiene que el apóstol Juan, autor del Apocalipsis, fue exiliado a la isla de Patmos debido a su fe. Fue en esta soledad y aislamiento que recibió las visiones que componen el libro. Este contexto de persecución y aislamiento es crucial para entender el tono del mensaje: un mensaje de consuelo para los fieles, pero también de advertencia para los impíos.

Contexto Teológico: La Soberanía de Dios y la Victoria del Cordero

El Apocalipsis no es solo un libro de profecías sobre el futuro, sino una declaración teológica sobre la naturaleza de Dios y su plan para la humanidad.

·        Dios como Creador y Soberano: Desde las primeras líneas, el Apocalipsis afirma la soberanía absoluta de Dios. Él es el "que es y que era y que ha de venir" (Apoc. 1:4 una fórmula que subraya su eternidad e inmutabilidad. Dios no es un mero espectador de la historia, sino el autor y consumador de la misma. Su voluntad es el motor que impulsa el universo y su propósito se cumplirá sin falta.

 

·        La Persona de Jesús: Jesús, el Cordero de Dios, ocupa un lugar central en el Apocalipsis. Él es presentado como el "testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra" (Apoc. 1:5). El Apocalipsis no solo enfatiza su divinidad, sino también su humanidad y su sacrificio redentor. Jesús es el Cordero que fue inmolado, pero también el León de Judá que regresará en gloria.

 

 

·        El Espíritu Santo: La presencia del Espíritu Santo también es destacada en el prólogo (Apoc. 1:4), donde se menciona a los "siete espíritus que están delante de su trono". El Espíritu es el agente de la revelación, el que ilumina a los creyentes para que comprendan las verdades divinas. Es el Consolador, el que capacita a los santos para enfrentar las pruebas y la persecución.

 

·        El Conflicto Cósmico: El Apocalipsis describe un gran conflicto cósmico entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás. La iglesia terrenal es llamada a tomar una postura en este conflicto, a ser fiel a Dios hasta el fin. El mensaje del Apocalipsis no es de desesperación, sino de esperanza y victoria: al final, el Cordero triunfará y establecerá su reino eterno.

Análisis Etimológico Exhaustivo: Desentrañando el Significado de Cada Palabra

Ahora, nos adentraremos en un estudio minucioso de cada palabra clave de Apocalipsis uno, versículos cuatro al ocho.

·        "Juan": El nombre "Juan" (Ἰωάννης, Iōannēs en griego) es la forma helenizada del nombre hebreo Yoḥanan, que significa "Yahveh ha sido misericordioso". Este nombre, que lleva un mensaje de gracia, es el del apóstol amado de Jesús y el autor de este libro.

 

·        "a las siete iglesias que están en Asia": La palabra "iglesia" (ἐκκλησία, ekklēsia) se compone de "ek" (fuera de) y "kaleō" (llamar). Significa "los llamados", aquellos que han sido sacados del mundo para formar una comunidad de fe. El número siete, en la Biblia, es símbolo de totalidad y perfección. Las siete iglesias representan la iglesia de Cristo en su totalidad.

 

·        "Gracia a vosotros y paz": "Gracia" (χάρις, charis) significa favor inmerecido, el regalo de Dios a la humanidad. "Paz" (εἰρήνη, eirēnē) es la tranquilidad que proviene de una relación correcta con Dios. Estas palabras iniciales son una bendición y un anhelo para los creyentes.

 

·        "del que es y que era y que ha de venir": Esta es una referencia al nombre sagrado de Dios, el Tetragrammaton (YHWH). Las tres expresiones indican su eternidad y su presencia en el pasado, presente y futuro.

·        "y de los siete espíritus que están delante de su trono": Los "siete espíritus" son interpretados por la mayoría de los teólogos como una referencia al Espíritu Santo en su plenitud. Su presencia ante el trono subraya su cercanía a Dios.

 

·        "y de Jesucristo, el testigo fiel": Jesús es el "testigo" (μάρτυς, martys), el que da testimonio de la verdad de Dios. Es "fiel" (πιστός, pistos), digno de confianza en todas sus palabras y acciones.

 

·        "el primogénito de los muertos": Esta expresión (πρωτότοκος τῶν νεκρῶν, prōtotokos tōn nekrōn) subraya la resurrección de Jesús como el primero en vencer a la muerte y abrir el camino para los demás.

 

·        "el soberano de los reyes de la tierra": Aquí se afirma la supremacía de Jesús sobre todas las autoridades terrenales (ἄρχων τῶν βασιλέων τῆς γῆς, archōn tōn basileōn tēs gēs). Su poder es superior al de cualquier líder o gobernante.

 

·        "Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre": Este versículo encapsula el mensaje central del evangelio: el amor incondicional de Jesús y el sacrificio redentor que nos limpia del pecado. El verbo "lavar" (λούω, louō) habla de una limpieza completa y definitiva.

 

·        "y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre": Los creyentes son elevados a una posición de privilegio y servicio. Como "reyes" (βασιλεία, basileia), participamos del reino de Dios y como "sacerdotes" (ἱερεῖς, hiereis) intercedemos ante Dios en favor de los demás.

 

·        "A él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén": Esta es una doxología, una expresión de alabanza y adoración a Dios. La palabra "gloria" (δόξα, doxa) se refiere al esplendor de Dios. "Imperio" (κράτος, kratos) significa poder y dominio. "Amén" (ἀμήν, amēn) es una afirmación de certeza y fidelidad.

 

·        "He aquí que viene con las nubes": Esta es una referencia a la segunda venida de Jesús, un evento que será visible para todos. La frase "con las nubes" (μετὰ τῶν νεφελῶν, meta tōn nephelōn) evoca la presencia de Dios en el Antiguo Testamento.

·        "y todo ojo le verá, y los que le traspasaron": Esta afirmación enfatiza la universalidad de la venida de Jesús y el juicio que acompañará este evento. "Los que le traspasaron" se refiere no solo a los que lo crucificaron, sino a todos los que lo han rechazado a lo largo de la historia.

 

·        "y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él": Ante la llegada de Jesús en gloria, habrá una reacción de arrepentimiento y tristeza por parte de aquellos que lo han rechazado. "Lamentación" (κόπτομαι, koptomai) significa duelo profundo y dolor.

 

·        "Sí, amén": Esta doble afirmación final refuerza la certeza de la venida de Jesús y el cumplimiento de la voluntad divina.

 

·        "Yo soy el Alfa y la Omega": Estas son la primera y la última letra del alfabeto griego. Representan a Dios como el principio y el fin de todas las cosas, el que abarca la totalidad de la existencia.

 

·        "dice el Señor Dios, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso": La última frase es una declaración de la identidad y el poder absoluto de Dios. El título "Todopoderoso" (παντοκράτωρ, pantokratōr) afirma su soberanía sobre todo lo creado.

Una Reflexión Adicional: El Llamado a la Fidelidad

Más allá del análisis histórico, teológico y etimológico, estos versículos nos invitan a una reflexión profunda sobre nuestra propia vida de fe. El Apocalipsis no es un libro para temer, sino para ser obedecido.

·        ¿Estamos viviendo a la luz de la verdad que el Apocalipsis revela?

·        ¿Estamos dispuestos a dar testimonio de Jesús en medio de un mundo hostil?

·        ¿Estamos permitiendo que el Espíritu Santo transforme nuestras vidas para que reflejen la gloria de Dios?

·        ¿Estamos preparados para el regreso de Jesús?

Estas preguntas nos confrontan y nos desafían a vivir cada día con la mirada puesta en la eternidad. El Apocalipsis es un llamado a la fidelidad, a la perseverancia y a la esperanza.

Conclusión: Un Eco que Resuena Hasta el Fin de los Tiempos

Apocalipsis 1:4-8 no es solo un prólogo; estos versículos son un faro que ilumina todo el libro. Son el fundamento sobre el cual se erige la visión del futuro y la promesa del triunfo del Cordero. Estas palabras resuenan como un eco poderoso a través de los siglos, recordándonos la soberanía de Dios, el sacrificio redentor de Cristo y la presencia constante del Espíritu Santo.

El mensaje es claro: vivimos en un mundo en conflicto, donde el mal acecha y la persecución es una realidad, pero no estamos solos. Dios está con nosotros, su poder nos sustenta y su amor nos redime. Cristo ha vencido a la muerte y a Satanás, y su victoria es nuestra victoria. El Apocalipsis no es el final de la historia, sino el preludio de un nuevo comienzo, un comienzo donde la justicia y la paz de Dios reinarán por siempre.

Que la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo, el Alfa y la Omega, el que es, que era y que ha de venir, el Todopoderoso, inunden vuestros corazones y os impulsen a vivir una vida de fe, esperanza y amor hasta el día de su gloriosa venida. ¡Amén!

 

Jose M Suazo – Mdiv

Escritor y Profesor de Teología