.png)
El Hijo Prometido en el Antiguo Testamento: El Mesías, Salvador de la Humanidad
El Antiguo Testamento está lleno de promesas proféticas sobre un Hijo de Dios, un Mesías o Salvador que vendría a rescatar a la humanidad. Este artículo examina algunas de las citas más importantes que señalan la venida de este redentor y cómo se anticipa su rol como el Salvador. También se explorará el contexto histórico y teológico de estas profecías y su cumplimiento en la figura de Jesucristo en el Nuevo Testamento.
1. La Promesa del Salvador en Génesis: El Protoevangelio
Génesis 3:15 – El Primer Anuncio de Salvación
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón.” (Génesis 3:15)
Este versículo es conocido como el Protoevangelio, o el “primer evangelio”, ya que contiene la primera promesa de un redentor tras la caída de Adán y Eva en el pecado. En este pasaje, Dios anuncia que la descendencia de la mujer (la “simiente”) herirá a la serpiente (Satanás) en la cabeza, una clara referencia a la derrota final del mal.
• Análisis teológico: Desde una perspectiva cristiana, esta promesa es vista como una referencia a Jesucristo, el Hijo de Dios, que derrotaría el poder de Satanás y el pecado mediante su muerte y resurrección. Aunque Satanás “heriría el talón” de Cristo, es decir, lo lastimaría temporalmente a través de su crucifixión, Cristo lograría la victoria final.
• Contexto histórico: En el contexto de la narrativa del Génesis, este pasaje surge inmediatamente después de la caída del hombre, cuando el pecado entra en el mundo. Dios, en su juicio, también revela su misericordia y su plan redentor para la humanidad.
2. La Promesa a Abraham: Bendición para Todas las Naciones
Génesis 12:3 – La Promesa de la Bendición Mesiánica
“Y bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” (Génesis 12:3)
Dios promete a Abraham que a través de su descendencia serían bendecidas todas las naciones de la tierra. Esta promesa de bendición se considera una referencia al Mesías, quien vendría de la línea de Abraham y traería la salvación al mundo.
• Análisis teológico: El apóstol Pablo, en el Nuevo Testamento, interpreta que la “simiente” de Abraham es Cristo (Gálatas 3:16), quien trae la bendición de la salvación no solo a Israel, sino a todas las naciones. La promesa a Abraham, por tanto, es vista como una referencia a la obra redentora de Cristo.
• Contexto histórico: La promesa a Abraham se hace en el contexto de su llamado a salir de Ur y entrar en la tierra prometida, una misión que no solo tendría implicaciones para su familia inmediata, sino para todo el mundo a través de su descendiente mesiánico.
3. La Promesa de un Rey de la Línea de David
2 Samuel 7:12-13 – El Pacto Davídico
“Y cuando tus días sean cumplidos y reposes con tus padres, levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.” (2 Samuel 7:12-13)
Dios promete a David que su descendiente reinará para siempre, lo que se conoce como el Pacto Davídico. Aunque en un sentido inmediato esta promesa se refiere a Salomón, la interpretación mesiánica ve aquí una referencia al Mesías, el Hijo de Dios, cuyo reino será eterno.
• Análisis teológico: En el contexto del Nuevo Testamento, Jesús es presentado como el cumplimiento de esta promesa (Lucas 1:32-33), el descendiente de David cuyo reino no tendrá fin. El título “Hijo de David” se convierte en un título mesiánico asociado a la figura de Cristo.
• Contexto histórico: Esta promesa se da en el contexto del establecimiento de la dinastía davídica en Israel. Aunque David era un rey terreno, la promesa de un reino eterno apunta más allá de un simple reinado humano a un reino espiritual y eterno bajo el Mesías.
4. La Profecía de Isaías sobre el Nacimiento del Mesías
Isaías 7:14 – La Señal de Emanuel
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” (Isaías 7:14)
Este versículo profetiza el nacimiento de un niño llamado Emanuel, que significa “Dios con nosotros”. En la tradición cristiana, se interpreta como una referencia al nacimiento virginal de Jesús (Mateo 1:22-23), quien es literalmente “Dios con nosotros” en la encarnación.
• Análisis etimológico: La palabra hebrea para “virgen” es ʿalmāh, que puede referirse a una joven en edad de casarse. Sin embargo, en el contexto del cumplimiento en el Nuevo Testamento, la interpretación es clara: María concibe a Jesús sin intervención humana, cumpliendo la profecía de Isaías.
• Análisis teológico: La profecía de Emanuel subraya la naturaleza divina del Mesías. Jesús no es simplemente un líder humano o un profeta; es Dios hecho carne, lo que es fundamental para la doctrina cristiana de la encarnación.
• Contexto histórico: En el contexto original de Isaías, la profecía tenía un significado inmediato para el rey Acaz, prometiendo la liberación de Judá de sus enemigos. Sin embargo, su significado más profundo y duradero apunta hacia el nacimiento del Mesías.
5. El Rey y Redentor en Isaías 9:6-7
Isaías 9:6-7 – El Niño que Gobernará Eternamente
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite…” (Isaías 9:6-7)
Este pasaje describe al Mesías como un niño que nacerá para gobernar y traer paz eterna. Los títulos que se le atribuyen, como “Dios fuerte” y “Padre eterno”, subrayan su divinidad y su papel en el plan de salvación de Dios.
• Análisis teológico: Este pasaje apunta al gobierno justo y eterno del Mesías. Jesús es ese niño que ha nacido para establecer un reino de paz y justicia. Los títulos divinos dados a este niño subrayan su naturaleza dual: completamente humano y completamente divino.
• Contexto histórico: Isaías profetiza en un tiempo de conflicto y desesperación para Israel. La promesa de un niño que reinará eternamente proporciona esperanza en medio de la incertidumbre política. Sin embargo, el cumplimiento final de esta profecía apunta a Cristo y su reino eterno.
6. La Profecía del Lugar de Nacimiento del Mesías
Miqueas 5:2 – El Mesías Nacerá en Belén
“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.” (Miqueas 5:2)
Miqueas profetiza que el Mesías nacerá en Belén, un pequeño pueblo en Judá, y que tendrá un origen eterno. Esta profecía se cumple en el nacimiento de Jesús en Belén, tal como se relata en los evangelios (Mateo 2:1-6).
• Análisis teológico: Este pasaje no solo predice el lugar del nacimiento del Mesías, sino que subraya su preexistencia, “desde los días de la eternidad”. Esto refleja la naturaleza divina del Mesías, quien existía antes de su encarnación.
• Contexto histórico: Miqueas profetiza en una época de caos político en Israel, pero señala a Belén, una ciudad pequeña pero significativa como el lugar de nacimiento de David, como el lugar de donde saldrá el gran Redentor.
Conclusión
Las promesas del Antiguo Testamento sobre un Hijo de Dios, Mesías o Salvador son abundantes y claras. A lo largo de la historia de Israel, Dios reveló progresivamente su plan redentor, comenzando con la promesa de la simiente de la mujer en Génesis y culminando en las profecías más detalladas de Isaías, Miqueas y otros profetas. Estas promesas encuentran su cumplimiento en la persona de Jesucristo, El Salvador del mundo.
José M Suazo - MDiv
Escritor y Profesor de Teología