La eternidad del hijo de Dios

El Hijo de Dios es Eterno como el Padre: Un Análisis Teológico

La doctrina de la eternidad del Hijo de Dios ha sido una verdad fundamental en la teología cristiana desde sus primeros siglos. Sin embargo, a lo largo de la historia, ciertos pasajes bíblicos han sido interpretados erróneamente para sugerir que el Hijo, Jesucristo, tuvo un comienzo en su existencia, lo cual contradice la enseñanza ortodoxa de que el Hijo es eterno, al igual que el Padre. Este artículo explorará la doctrina de la eternidad del Hijo, responderá a interpretaciones erróneas y presentará evidencia bíblica de que Cristo no tuvo un inicio, sino que es eternamente consustancial con el Padre.

1. La Eternidad del Hijo en la Teología Cristiana

La doctrina de la Trinidad sostiene que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son coeternos y coiguales. Esta enseñanza afirma que las tres personas de la Trinidad no tienen un origen temporal, sino que han existido eternamente en perfecta comunión. Cualquier intento de sugerir que el Hijo tuvo un principio temporal socava la doctrina trinitaria y contradice las Escrituras.

2. Pasajes Mal Interpretados que Sugieren un Comienzo de Cristo

Existen algunos pasajes bíblicos que han sido erróneamente utilizados por herejías como el arrianismo en los primeros siglos del cristianismo para argumentar que Cristo tuvo un comienzo. A continuación, analizaremos estos pasajes y mostraremos cómo deben interpretarse correctamente a la luz del conjunto de las Escrituras.

a) Colosenses 1:15: “El Primogénito de toda creación”

Este pasaje ha sido interpretado por algunos para afirmar que Cristo es una criatura, que fue “creado” por el Padre en algún momento antes de la creación del mundo. Sin embargo, un análisis cuidadoso del contexto y del lenguaje usado revela que esta interpretación es incorrecta.
• Análisis del término “Primogénito” (πρωτότοκος, prōtotokos): La palabra griega prōtotokos puede referirse a la preeminencia o supremacía en lugar de a la primacía en el tiempo. En este contexto, Pablo no está diciendo que Cristo fue creado, sino que es preeminente sobre toda la creación. De hecho, los versículos siguientes (Colosenses 1:16-17) aclaran que Cristo es el Creador de todas las cosas: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, […] todas las cosas han sido creadas por medio de él y para él.”
Así, lejos de afirmar que Cristo fue creado, este pasaje subraya su papel como el agente de la creación y su supremacía sobre toda la creación.

b) Proverbios 8:22: “El Señor me poseía en el principio” (Personificación de la Sabiduría)

Proverbios 8 ha sido usado históricamente por algunos para argumentar que el Hijo de Dios, identificado con la Sabiduría, tuvo un inicio. El versículo 22 dice: “El Señor me poseía en el principio, antes de sus obras más antiguas”. A primera vista, parece que se describe a la Sabiduría como una entidad creada.
• Análisis de la Sabiduría como figura literaria: En Proverbios, la Sabiduría es personificada, pero no debe confundirse con una descripción literal del Hijo de Dios. La personificación de la Sabiduría en Proverbios 8 no es una referencia directa a Cristo en su naturaleza ontológica, sino un recurso poético para ilustrar la eternidad y el poder creativo de Dios.
El uso de este pasaje para sugerir que Cristo tuvo un principio temporal es una aplicación errónea del texto. En lugar de interpretar el texto como una descripción del Hijo, la tradición cristiana ha interpretado la Sabiduría en un sentido simbólico y metafórico.
c) Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”
Algunas interpretaciones de Juan 3:16 han sugerido que el término “unigénito” (μονογενής, monogenēs) indica que Cristo fue “engendrado” en el sentido de tener un origen temporal.
• Análisis de “Unigénito” (μονογενής, monogenēs): El término monogenēs significa “único” o “único en su clase”. No implica un acto de creación o un principio temporal, sino que describe la relación única y exclusiva del Hijo con el Padre. Juan 3:16 subraya la singularidad de Cristo como el único Hijo de Dios, no que haya sido creado o engendrado en el tiempo.

3. La Evidencia Bíblica de la Eternidad de Cristo

Numerosos pasajes de la Escritura afirman claramente que el Hijo es eterno y no tuvo un principio en el tiempo.

a) Juan 1:1-3: “En el principio era el Verbo”

El Evangelio de Juan comienza con una declaración contundente sobre la eternidad del Hijo:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” (Juan 1:1-3)
Este pasaje deja claro que el Verbo (Cristo) ya existía en “el principio” (antes de la creación), y que no es parte de la creación, sino su agente. El Verbo es Dios y es coeterno con el Padre.

b) Hebreos 1:2-3: “Por quien asimismo hizo el universo”

En Hebreos, el Hijo es presentado como el agente de la creación y como el sustentador de todas las cosas:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.” (Hebreos 1:2)
El Hijo es el creador del universo y, como tal, no puede ser parte de la creación. Esto implica que Él es eterno, ya que solo un ser eterno puede crear el tiempo y el espacio.

c) Apocalipsis 22:13: “Yo soy el Alfa y la Omega”

Cristo mismo se identifica como el Alfa y la Omega, el principio y el fin:
“Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin.” (Apocalipsis 22:13)
Este título, que también se aplica a Dios en Apocalipsis 1:8, afirma que Cristo es eterno, sin un principio ni un fin.

4. La Herejía Arriana y la Defensa de la Eternidad del Hijo

En el siglo IV, el arrianismo, liderado por Arrio, afirmó que el Hijo fue creado por el Padre y, por lo tanto, tuvo un principio. Según esta doctrina, Cristo era el ser creado más elevado, pero no era coeterno con el Padre. El Concilio de Nicea (325 d.C.) fue convocado, en parte, para condenar esta enseñanza.
El Concilio afirmó la eternidad del Hijo en su declaración de que Cristo es “engendrado, no creado” y que es “de la misma sustancia” que el Padre. Esta definición marcó un punto de inflexión en la teología cristiana, y desde entonces, se ha mantenido que el Hijo es eterno como el Padre.

Conclusión

La doctrina de la eternidad del Hijo es un pilar central de la fe cristiana, afirmando que Cristo no tuvo un comienzo, sino que es coeterno con el Padre. A pesar de la existencia de pasajes que algunos han malinterpretado para sugerir lo contrario, la evidencia bíblica es clara en que el Hijo es eterno y comparte la misma naturaleza divina que el Padre.

José M Suazo - MDiv
Escritor y Profesor de Teología