🧾 Mateo: Del Cobrador de Impuestos al Cronista del Rey

✨Una vida transformada por el llamado de Cristo, desde las mesas del desprecio hasta las páginas eternas del Evangelio.



Por Jose M Suazo
Teólogo y Escritor



✍️ INTRODUCCIÓN:

Entre los Doce elegidos por Jesús, pocos nombres despiertan un contraste tan radical como el de Mateo, también conocido como Leví. Su historia es la de un hombre que vivía bajo la sombra del desprecio público, cargando con la infamia de ser un publicano —recaudador de impuestos al servicio del Imperio Romano—, considerado por muchos judíos como un traidor y pecador sin redención. Y sin embargo, fue precisamente este hombre quien fue llamado por el Hijo de Dios en pleno ejercicio de su odiada profesión. No fue llamado desde el templo, ni desde la sinagoga, ni desde un monte de oración, sino desde la oficina de la corrupción y del interés personal, para ser transformado en testigo del Reino de los Cielos y autor de uno de los libros más leídos de toda la historia: el Evangelio según San Mateo.

Mateo no fue solo un convertido; fue un testigo clave, un puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el cronista que con precisión judía y sensibilidad mesiánica presentó a Jesús como el Hijo de David, el Mesías prometido, el Rey legítimo de Israel. Su Evangelio, cargado de profecías cumplidas, genealogías meticulosamente trazadas y enseñanzas del Reino de los Cielos, es una obra maestra dirigida especialmente al pueblo judío, pero con un mensaje que trasciende etnias y siglos.

El llamado de Mateo es un testimonio del poder de la gracia divina para transformar vidas sin importar cuán indignas parezcan. Su historia nos desafía a mirar con otros ojos a quienes la sociedad desprecia y a creer en el potencial redentor de Cristo para cualquier alma dispuesta a dejarlo todo y seguirle.

“Al pasar Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió” (Mateo 9:9).

Ese “sígueme” cambió la historia de Mateo… y puede cambiar la tuya también.


🏛️ Los Publicanos: Recaudadores de Impuestos y Rechazados por la Sociedad

En los tiempos del Nuevo Testamento, mencionar la palabra “publicano” provocaba disgusto, desprecio y repulsión entre los judíos piadosos. Los publicanos no eran simples empleados del Estado: eran considerados instrumentos del poder opresor romano, colaboracionistas que se enriquecían a costa del sufrimiento de su propio pueblo. Trabajaban cobrando tributos para Roma —el imperio pagano que dominaba Palestina con mano dura— y, a menudo, aprovechaban su cargo para exigir más de lo establecido, embolsándose la diferencia.

No existía en la escala social judía una categoría más despreciable que la de publicano. Para los fariseos, eran pecadores públicos, equiparables a ladrones y prostitutas. No se les permitía entrar en las sinagogas, ni dar testimonio en juicios. Sus riquezas eran consideradas impuras, su compañía, contaminante, y su presencia, una deshonra. Eran vistos como apóstatas, como hombres que habían vendido su alma al César por monedas.

Y sin embargo, los evangelios nos revelan una realidad que contrasta con el juicio humano: Jesús no los evitó, sino que los buscó. El mismo Salvador que reprendía la hipocresía religiosa, comía con publicanos, hablaba con ellos y los llamaba al arrepentimiento. Mientras la sociedad los excluía, Cristo les extendía gracia. Mateo fue uno de ellos. Zaqueo también. En la parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18:9-14), fue el publicano quien salió justificado ante Dios.

“Los publicanos y las rameras van delante de vosotros al Reino de Dios” (Mateo 21:31), dijo Jesús a los líderes religiosos, evidenciando que el arrepentimiento sincero vale más que la apariencia de piedad.

El contexto social de los publicanos nos permite apreciar con más profundidad la audacia del llamado de Jesús a Mateo. No fue un gesto simbólico, fue una declaración contra la exclusión, un acto de gracia que rompía los límites de la religión formal y revelaba el corazón del Evangelio: Cristo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10).

El llamado a Mateo no solo restauró una vida, desafió una cultura. A través de este gesto, Cristo afirmó que ningún pasado es más poderoso que su gracia, y que el Reino de los Cielos no está reservado para los justos de apariencia, sino para los quebrantados de corazón.


✝️ El Llamado de Mateo: Cuando la Gracia Interrumpe la Rutina

El momento del llamado de Mateo está registrado con brevedad, pero con una profundidad que sacude el alma. En Mateo 9:9 leemos:

“Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.”

Una escena sencilla a primera vista. Pero al examinarla detenidamente, descubrimos una intervención divina que interrumpió una vida dedicada al interés personal y la transformó en un instrumento del Evangelio eterno.

Mateo no buscaba a Jesús. No lo seguía, no lo esperaba. Estaba en su mesa, contando monedas, manejando cuentas, quizás ajeno a la conmoción espiritual que rodeaba al Maestro galileo. Pero Jesús “lo vio”. Ese verbo encierra algo más que una mirada casual: es la mirada del Redentor que penetra el corazón, que no se detiene en el pecado exterior, sino que ve el potencial eterno en lo despreciado por el mundo.

“Sígueme.” No fue una invitación. Fue un mandato lleno de amor, una palabra con autoridad celestial. No hubo negociaciones. Mateo no pidió tiempo para cerrar su negocio, ni consultó con su familia. La Escritura declara: “Y se levantó y le siguió.” Ese acto contiene renuncia, fe, obediencia, y una respuesta inmediata al toque de la gracia.

El Espíritu de Profecía confirma esta transformación radical:

“Mateo abandonó su lucrativo cargo para unirse a Jesús en su obra. No vaciló, ni dudó, ni presentó excusas. A él se dirigieron las palabras: ‘Sígueme’, y él se levantó y siguió a Jesús” (El Deseado de Todas las Gentes, p. 235).

En ese instante, Mateo dejó de ser siervo de Roma para convertirse en cronista del Rey de reyes. El antiguo cobrador de impuestos sería el autor de un evangelio que proclamaría que el verdadero Reino había llegado, no con espada, sino con gracia; no con tributos, sino con salvación.

El llamado de Mateo es un testimonio poderoso de que Jesús no llama a los dignos, sino que dignifica a los que llama. Su obediencia inmediata representa el modelo de discipulado que el Maestro desea: una respuesta sin reservas a un amor que no podemos ignorar.


🕊️ La Vida Posterior de Mateo: Testigo del Rey Hasta el Fin

Tras su transformación radical por el llamado de Cristo, Mateo desaparece casi por completo de las páginas del Nuevo Testamento. Su nombre figura entre los Doce en las listas apostólicas (Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas 6:15; Hechos 1:13), pero no se nos dan más detalles sobre su actuar durante el ministerio terrenal de Jesús. Sin embargo, lo que el silencio bíblico no detalla, lo sugiere poderosamente la historia: Mateo fue un testigo fiel, un discípulo consagrado y un mensajero del Evangelio hasta el fin de sus días.

Después de la resurrección y ascensión de Cristo, los apóstoles fueron enviados, conforme al mandato del Señor, “hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). La tradición cristiana primitiva indica que Mateo dedicó su vida a predicar a los judíos, primero en Palestina y luego más allá de sus fronteras. Algunos escritos antiguos —como el de Papías de Hierápolis, recogido por Eusebio de Cesarea— afirman que Mateo escribió su Evangelio en lengua hebrea o aramea, dirigido especialmente a sus compatriotas, para demostrar que Jesús era verdaderamente el Mesías profetizado por Moisés y los profetas.

Los historiadores eclesiásticos ubican a Mateo evangelizando en diversas regiones del mundo antiguo: Etiopía, Persia, Partia y Siria, aunque los detalles varían según las fuentes. Lo que sí es común en la tradición cristiana es que sufrió martirio por causa del Evangelio. Algunas versiones afirman que fue asesinado con una espada en Etiopía mientras predicaba. Otras indican que murió en paz. Sea cual fuere el fin de su vida, lo cierto es que vivió y murió como fiel testigo de Cristo.

La pluma inspirada, aunque no ofrece datos específicos sobre el destino de Mateo, destaca el ejemplo de los apóstoles como un testimonio de fidelidad inquebrantable:

“Los discípulos predicaron con poder. Y aunque enfrentaron pobreza, calumnia, persecución y muerte, no vacilaron en su misión. Su único pensamiento era el avance del Evangelio del Reino” (Los Hechos de los Apóstoles, p. 47).

Mateo, el ex-publicano transformado en cronista del Rey, no solo escribió con su pluma, sino con su vida. Su historia es una inspiración para todos los que han sido llamados desde las sombras de su pasado hacia la luz admirable del Evangelio.


📖 El Evangelio de Mateo: Un Manual del Reino para los Discípulos del Rey

El Evangelio de Mateo no es una biografía convencional de Jesús. Es un documento teológico cuidadosamente estructurado, escrito con un propósito claro: demostrar que Jesús de Nazaret es el Mesías prometido, el cumplimiento supremo de las Escrituras hebreas, y el Rey legítimo del Reino de Dios. Mateo, como testigo ocular y discípulo transformado, ofrece una obra que sirve tanto para evangelizar como para discipular.

📐 Estructura Literaria: Un Diseño Didáctico

El Evangelio de Mateo está ordenado con precisión pedagógica. Muchos estudiosos coinciden en que la obra se construye alrededor de cinco grandes discursos de Jesús, que marcan el ritmo y propósito del texto, imitando posiblemente la estructura del Pentateuco. Estos discursos son:

1. El Sermón del Monte (Mateo 5–7) – Principios del Reino de los Cielos.

2. El Discurso Misionero (Mateo 10) – Instrucciones a los apóstoles.

3. Las Parábolas del Reino (Mateo 13) – Misterios del Reino revelados.

4. El Discurso sobre la Iglesia (Mateo 18) – Relaciones dentro del cuerpo de creyentes.

5. El Discurso Escatológico (Mateo 24–25) – El fin del mundo y la venida del Hijo del Hombre.

Cada uno de estos bloques termina con la frase: “Y aconteció que cuando terminó Jesús estas palabras…”, lo cual marca una transición intencional y un enfoque temático.

🎯 Propósito Teológico: Jesús, el Mesías y Rey

Mateo escribe con un fuerte interés mesiánico y judaico. Más de 60 veces cita o alude al Antiguo Testamento con la fórmula “para que se cumpliese lo dicho por el profeta…”. Este evangelio es un puente entre el judaísmo y el cristianismo. Su meta no es solo presentar a Jesús como Salvador, sino como el cumplimiento perfecto de la Ley, los Profetas y las promesas del Antiguo Pacto.

En palabras de Elena G. de White:

“Mateo en su evangelio presenta a Jesús como Aquel que cumple las profecías, el Mesías prometido, el Hijo de David, el que tiene derecho al trono.”

(Comentario Bíblico Adventista, tomo 5, p. 317)

Además, Mateo tiene un fuerte énfasis en el Reino de los Cielos, una expresión que aparece más de 30 veces y que no se encuentra en los otros evangelios. Para Mateo, Jesús no es solo un maestro moral, sino el Rey legítimo que establece su Reino con autoridad divina, llamando a los hombres al arrepentimiento, a la fe, y a una vida de justicia.

✍️ Un Evangelio Discipulador

Mateo escribe también como un maestro. Su evangelio es una guía práctica para los discípulos, una herramienta para la iglesia naciente. Su énfasis en la enseñanza, la ética del Reino, la vida en comunidad y la misión universal (Mateo 28:18–20) revela que no solo quiere contar lo que Jesús hizo, sino formar seguidores que vivan como Él vivió.


🔥 Del Puesto de Recaudación al Trono del Rey: El Legado Eterno de Mateo

La historia del apóstol Mateo no es solo un relato del pasado. Es una invitación viva a cada alma que escucha el llamado de Cristo. Desde su mesa de impuestos, donde los ojos humanos veían corrupción y traición, Jesús vio potencial eterno. Y con dos palabras —“Sígueme” (Mateo 9:9)— cambió para siempre el rumbo de una vida y, por medio de ella, bendijo a millones.

Mateo nos recuerda que nadie está demasiado lejos para ser redimido, ni demasiado indigno para ser transformado en testigo del Reino. Su evangelio ha atravesado siglos, cruzado continentes y sostenido la fe de generaciones enteras. Él no solo escribió un libro inspirado; escribió su vida en obediencia y servicio.

Como dice el Espíritu de profecía:

“Cristo no mira como mira el hombre. Él ve en Mateo cualidades que lo harán útil en Su obra. El mismo poder que transformó a este cobrador de impuestos puede transformar al más endurecido corazón hoy”

(El Deseado de Todas las Gentes, p. 258).

El llamado de Mateo es hoy también el nuestro. Cristo aún dice: “Sígueme”. Y a quienes responden, les entrega la pluma del testimonio, el poder del Espíritu y el privilegio de representar al Rey en este mundo. ¿Responderás tú también?