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“Antes que Abraham fuese, Yo Soy”: Un Estudio Teológico de Juan 8:58
Introducción
En el Evangelio de Juan, capítulo 8, versículo 58, Jesús pronuncia una declaración que tiene un peso teológico inmenso: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy”. Esta afirmación no solo desató una reacción hostil entre sus oyentes, sino que también ha sido central en el desarrollo de la cristología cristiana. Este estudio examinará el significado profundo de estas palabras, con un análisis etimológico, un contexto bíblico inmediato, un análisis teológico más amplio y su relación con el Antiguo Testamento.
1. Análisis Etimológico: “Yo Soy”
La frase clave en Juan 8:58 es “Yo Soy” (en griego, ἐγώ εἰμι). Este término griego tiene un significado particularmente profundo en el contexto judío, dado que ἐγώ significa “yo”, y εἰμι es la forma verbal de “ser” o “existir”. El uso de ἐγώ εἰμι por parte de Jesús en este versículo no es simplemente una declaración de existencia, sino una identificación con la divinidad.
En el Antiguo Testamento, en la Septuaginta (la traducción griega de las Escrituras hebreas), Dios utiliza esta expresión cuando se presenta a Moisés en la zarza ardiente en Éxodo 3:14, diciendo: “Yo Soy el que Soy” (en griego, ἐγώ εἰμι ὁ ὤν). Esta frase, en hebreo Ehyeh Asher Ehyeh (אֶהְיֶה אֲשֶׁר אֶהְיֶה), significa “Yo Soy el que Soy” o “Yo Seré el que Seré”, y expresa la autoexistencia, eternidad e inmutabilidad de Dios.
Cuando Jesús utiliza la frase ἐγώ εἰμι en Juan 8:58, está haciendo una conexión directa con esta revelación divina, afirmando su preexistencia y su identidad como el Dios eterno. Para los oyentes judíos de Jesús, esto no fue solo una afirmación de ser anterior a Abraham, sino una declaración de divinidad, lo que explica la reacción violenta que siguió en el versículo 59, donde intentaron apedrearlo por blasfemia.
2. Contexto Bíblico Inmediato
El contexto inmediato de Juan 8:58 se encuentra en una confrontación entre Jesús y los líderes judíos. En este pasaje, Jesús discute sobre la verdadera descendencia de Abraham y la relación de los judíos con Dios. Los líderes afirman ser hijos de Abraham, pero Jesús les dice que, aunque son descendientes físicos de Abraham, no actúan como tales, ya que no hacen las obras de Abraham ni escuchan la verdad que proviene de Dios (Juan 8:39-47).
La conversación escala cuando los líderes judíos insinúan que Jesús es un endemoniado (Juan 8:48), y Él responde afirmando su relación íntima con el Padre y su conocimiento eterno. Finalmente, Jesús declara que Abraham “se gozó de que habría de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (Juan 8:56), lo cual confunde a sus interlocutores, quienes preguntan cómo Jesús, que no tiene ni cincuenta años, puede haber visto a Abraham.
La respuesta de Jesús en Juan 8:58, “Antes que Abraham fuese, Yo Soy”, es la culminación de esta discusión. En ella, Jesús afirma su preexistencia eterna y su identidad como el Dios que existió antes de Abraham, lo que implica una autoridad divina sobre toda la historia redentora.
3. Contexto Teológico
El uso de “Yo Soy” por parte de Jesús en el Evangelio de Juan tiene un significado teológico profundo. A lo largo de este Evangelio, Jesús usa una serie de declaraciones “Yo Soy” para expresar aspectos de su identidad divina:
• “Yo Soy el pan de vida” (Juan 6:35).
• “Yo Soy la luz del mundo” (Juan 8:12).
• “Yo Soy la puerta” (Juan 10:9).
• “Yo Soy el buen pastor” (Juan 10:11).
• “Yo Soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25).
• “Yo Soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6).
• “Yo Soy la vid verdadera” (Juan 15:1).
Estas afirmaciones revelan distintos aspectos de la misión redentora de Jesús, pero en Juan 8:58, la declaración de “Yo Soy” tiene una connotación absoluta y única. No solo se presenta como el Mesías o el mediador, sino como el Dios preexistente, el Ser eterno que estaba antes de toda la creación y de las figuras más importantes de la historia de Israel, como Abraham.
Esta afirmación es crucial para el entendimiento de la divinidad de Jesús en la teología cristiana. Juan subraya repetidamente la identidad divina de Jesús, comenzando desde el prólogo de su Evangelio: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). La preexistencia de Cristo como el Verbo eterno se refleja en esta declaración de Juan 8:58, donde Jesús se identifica con el Yo Soy del Antiguo Testamento.
4. Contexto Bíblico con el Antiguo Testamento
La conexión de Juan 8:58 con el Antiguo Testamento es fundamental para entender completamente la declaración de Jesús. En particular, se relaciona con Éxodo 3:14, donde Dios se revela a Moisés como “Yo Soy el que Soy”. En el contexto de Éxodo, esta revelación de Dios ocurre cuando Moisés es llamado a liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Dios se presenta como el ser autoexistente, eterno y autosuficiente.
Jesús, al usar el mismo título divino en Juan 8:58, se identifica no solo como un enviado de Dios, sino como Dios mismo. Este vínculo con el Yo Soy del Éxodo reafirma la creencia cristiana en la Trinidad y la divinidad de Cristo, quien es una con el Padre en esencia y naturaleza.
Además, en otros lugares del Antiguo Testamento, el concepto de preexistencia también se asocia con figuras mesiánicas. Por ejemplo, el profeta Miqueas, al profetizar sobre el Mesías, dice: “Pero tú, Belén Efrata… de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2). Aquí se habla de un líder que tiene una existencia eterna, anterior a su encarnación en la historia.
También en Proverbios 8, la sabiduría de Dios es personificada como alguien que estuvo con Dios “desde el principio, antes de la creación del mundo”. Esta sabiduría personificada se ha entendido como una figura del Verbo o Logos de Dios, preexistente y que finalmente se encarna en Jesús.
Conclusión: Cristo, el “Yo Soy” Eterno
La afirmación de Jesús en Juan 8:58, “Antes que Abraham fuese, Yo Soy”, es una de las declaraciones más claras de su divinidad y preexistencia en todo el Nuevo Testamento. En este versículo, Jesús no solo afirma que existió antes que Abraham, sino que se identifica con el Yo Soy del Antiguo Testamento, el nombre divino que expresa la eternidad, autoexistencia y poder absoluto de Dios.
Este versículo es fundamental para la teología cristiana, ya que establece la naturaleza divina de Cristo como parte de la Trinidad y su papel en la historia redentora desde la creación hasta la consumación de todas las cosas. La reacción de los líderes judíos, que intentaron apedrear a Jesús por blasfemia, confirma que entendieron la gravedad de sus palabras: Jesús se estaba igualando a Dios.
En resumen, Juan 8:58 revela a Jesús como el Dios eterno, el Yo Soy, que ha estado presente desde antes de la creación, participando activamente en la historia de la redención, y que finalmente se encarna para cumplir el plan de salvación. Cristo es el Eterno Yo Soy, el mismo Dios que se reveló a Moisés y el Salvador que trae la liberación definitiva para la humanidad.
Jose M Suazo -MDiv
Escritor y Profesor de Teología